Cristina «En noviembre de 2022 tuve un intento de suicidio muy grave, no tenía ganas de vivir y a duras penas estaba dando mis exámenes finales. Hace un tiempo había fallecido mi abuela y de verdad, ya no quería seguir aquí. Ese mismo año me diagnosticaron Trastorno límite de la personalidad y le pregunté a la psicóloga qué me estaba tratando, por qué nunca me había dicho después de 4 años de terapia juntas y me respondió que me iba a afectar. Y así fue, me afectó y mucho, ya que, en mi mente juzgadora, yo no era una persona normal. Luego me dijeron que en mayo empezaría una terapia que me ayudaría muchísimo llamada DBT y debo admitir que me puse feliz. En abril me llaman y me dicen que empezaría DBT, que es terapia individual y grupal, a lo que accedí.
En DBT conocí un ambiente de contención y a excelentes profesionales como Julio, mi psicólogo, que siempre estuvo para mí, en las sesiones y también constantemente a través del coaching telefónico. Y a Paula, que llevaba a cabo la terapia grupal, que con su simpatía y comprensión siempre me escuchó y me orientó. También conocí a otros psicólogos como Stefanie, que siempre me escuchó, y al equipo completo que estuvo constantemente ayudándome.
En DBT aprendí que el malestar nos indica que algo está mal, que algo no es correcto, pero aun así debemos tolerarlo. Que a veces la emoción impulso no es correcta y que hay que realizar la acción opuesta, como también hay veces que nos ocurre una situación que nos disgusta y tenemos que recibirlo con manos dispuestas y aceptar nuestra realidad. Que nuestras relaciones interpersonales se trabajan por medio del respeto, la validación y la escucha activa. Que hay veces en el día, en el cual merecemos un pequeño descanso para llevar las cargas y las frustraciones, y que podemos trabajar emociones displacenteras. Recomiendo de todo corazón que tomen DBT y puedan sentirse seguros en manos de comprensivos y excelentes profesionales».